III Día de la Ardilla

Persona activa

Don Ladislao Cañedo-Argüelles Velasco nació en Vitoria el 20 de febrero de 1921. Se doctoró en Ingeniería Naval en Madrid y tras un corto periodo en Ferrol, en 1951 desembarcó en Gijón contratado por Don Vicente Figaredo para trabajar en “El Dique” (Astilleros Duro Felguera). En 1920 se casa con Doña Cristina Galbastegui Quibert a la que conocía de sus veraneos en Zarauz. Tuvieron 8 hijos. Los tres primeros nacen en Guipúzcoa a donde Cristina iba a dar a luz y los 5 restantes nacen en Somió en “Villa San Juan” a donde se trasladan a vivir el 3 de mayo de 1956. Don Ladis (como cariñosamente le llamamos) pronto se integra en la vida parroquial de “San Julián” siendo durante muchos años fiel y generoso colaborador. Destacar especialmente la labor desempañada en la catequesis de niños, donde primero con Don Pedro y después con Don Pío trabaja como catequista. Muchas personas lo recuerdan  pues se da la circunstancia que durante ese largo periodo de tiempo que estuvo en la catequesis por su “Sección” pasaron hasta dos generaciones que recibieron sus enseñanzas cristianas. También se le recuerda como un dinámico impulsor del Concurso de Belenes que ayudado por Don Pío y padres de los niños participantes en tan popular concurso, hacían con sus propios coches el recorrido por las casas llevando a los niños  para que ellos pudiesen juzgar el merito de cada Nacimiento y así con los puntos que otorgaban, se confeccionaba la lista de premiados (todavía hoy se sigue convocando en la Navidad). También es Don Ladis quien le da un fuerte empujón a la fiesta de fin de curso del catecismo de Somió, organizando, dirigiendo incluso arbitrando los juegos infantiles y todo ello durante bastantes años.  Ha sido nuestro querido Don Ladis un gran entusiasta de todas las actividades infantiles parroquiales, participando en excursiones ¡quien no recuerda seis o siete autobuses llenos de niños! o formando parte como organizador, también durante largos años, del Campamento de Verano siempre contando con la ayuda de Don Pío y de Pepe Mena, a quien muchos  los presentes también recuerdan con cariño. Fue ilustrador de un cuento para la preparación de la Primera Comunión que algunos de vosotros habéis manejado y coloreado. Otras de las personas presentes, hoy aquí, fuisteis compañeros de D. Ladis en las labores de catequesis; disfrutasteis de sus comentarios, originalidades y de su ilusión por las actividades de la infancia y la juventud. También él formó parte de la Adoración Nocturna de la parroquia junto a otras personas que hoy tenemos en el recuerdo. Vivió durante años en Somió, e incluso cuando se marchó a vivir a Gijón, siguió acudiendo puntual a su querido catecismo de “San Julián” continuando con su trabajo en las “secciones” y siempre con la paciencia y el buen humor que le caracteriza. Don Ladis ha sido para todos un ejemplo de trabajo y dedicación al vecindario de Somió, tanto en las labores de enseñanza religiosa como en las cívicas, siendo en los años 70 Vocal de la Asociación de Cabezas de Familia Somió, hoy Asociación Vecinos San Julián.

 

Por Miguel Nistal.

        Ninguna frase resume de forma más acertada y completa la dilatada labor profesional de Ladislao Cañedo que la que le oí pronunciar en cierta ocasión en que él mismo hacía análisis de sus actuaciones profesionales: “Antes los barcos eran de madera y los hombres de hierro; hoy los barcos son de hierro…”.

    A Ladis  –  para nosotros siempre será Ladis, a secas  –  le tocó vivir y lidiar con dos mundos, casi completamente antagónicos, fruto de un rabiosamente acelerado desarrollo técnico: De ensamblar los barcos con remaches calentados en parrillas de carbón, a la soldadura en baño de plasma; de calcular los arqueos a partir de mediciones manuales y operaciones con regla de cálculo, a la aplicación de sofisticados programas de elementos finitos; de repartir entre sus alumnos de náutica apuntes escritos a mano, a dictar direcciones para su consulta por Internet; de vivir en el propio recinto del astillero  –  y aquí es obligado tener un recuerdo a la sufrida Cristina que además de tener que sobrellevar con paciencia a su marido tenía que soportar el ruido de las remachadoras  –  a descansar en una apacible colonia de Somió.

Todo ello lo soportó Ladis con estoica entereza y la entrañable compañía de su querida pipa colgada de la comisura de los labios y casi siempre apagada. Muy rara  vez perdió la compostura aunque tuvo más que sobrados motivos para ello, desde su puesto de Jefe de la Inspección de Buques, cuando le presentábamos documentos de cálculos más que medianamente dudosos

Todavía le quedaba tiempo para impartir catequesis a los “guajes”, preparar campamentos y hacer de juez de interminables competiciones de atletismo parroquiales  –  carreras de sacos cuando había sacos y si no carreras “a pelo”, partidos de fútbol y poco más  –   ocupaciones todas estas muy bien “pagadas”. Los cronómetros de los astilleros servían, por la mañana, para calcular las velocidades de los barcos en la milla y, por la tarde, para cronometrar los tiempos de los chavales en las competiciones deportivas.

Por todo esto y por mucho más, Ladis, te damos las gracias. Gracias por tu dedicación, gracias por tu buena disposición, por tu consejo a tiempo que ayudó a reconstruir nuestra paz y por la riña a destiempo que contribuyó a fortalecer nuestra paciencia.

En todos tus años de actividad profesional te hemos visto muchas veces reír, cantar y compartir con nosotros nuestras alegrías y nuestras partidas de mus; te vimos también serio y preocupado, muy pocas veces reñir…. y alguna vez llorar. Lo que nunca llegamos a ver es que al amanecer un nuevo día no comenzaras de nuevo con el espíritu renovado, con tu disposición de entrega intacta, decidido a darlo todo y siempre capaz de no cansarte de “cansarte”.

Miraos todos en él y tomad ejemplo de lo que hizo bien a lo largo de su vida, que no es grano de anís y, sobre todo, tomad todos ejemplo para que así lleguéis como él a cumplir tropecientos años con espíritu de 30.

En justo reconocimiento, los vecinos de Somió, quieren expresarle su agradecimiento otorgándole el “III Día de la Ardilla”, animal este que convive integrado en la vida cotidiana, es laboriosa, atenta y buena defensora de los suyos, por tanto, fiel imagen de las cualidades y valores que se quieren ensalzar de Don Ladislao Cañedo-Argüelles Velasco.

29 junio 2007