Autora: Asunción Rivero Cuesta

Porfolio de fiestas de El Carmen de Somió 2003

Don Rufino Blanco Loché nació en la parroquia de Somió en 1916. Allí vivió y vive, con lo cual es uno de los residentes más veteranos del barrio de San Lorenzo. “Rufo” como le llaman cariñosamente en el barrio, estuvo trabajando en la agricultura y ganadería hasta los 25 años. Él atendía el ganado que había en la casería y bajaba en burro a vender la leche de las seis vacas a Gijón y su hermana atendía la huerta, cuyos productos vendía en la Plaza del Sur. 

Haciendo “la mili” aprendió el oficio de electricista y se aventuró en un negocio nuevo y propio; compró unos amplificadores y unas gramolas para llevar la música a las fiestas, romerías, bodas…. Que se celebraban en la parroquia. Este negocio duró hasta la llegada de las orquestas. En este tiempo abrió una tienda de ultramarinos en la calle Ramón y Cajal, que atendía su esposa, y él ejercía de camionero. 

En 1960 decide volver al barrio que le vio nacer. Allí construye una casa de dos plantas, en la planta baja instaló un bar, llamado “Verdemar” nombre que le costó media botella de vino, entonces una peseta y media, pues Rufo no sabía que nombre ponerle decidió invitar a quien se lo proporcionase. Subió al sastre Ordoñez a la terraza y desde allí se ve, por un lado, el verde de las montañas y, por el otro, el mar, y así le quedó Verdemar. Éste fue su último empleo antes de la jubilación: hostelero. En la actualidad se puede decir que volvió a sus orígenes, pues trabaja en la huerta, pero ahora como entretenimiento, no como obligación. 

Este polifacético y veterano vecino de la parroquia vio como cambia y se transforma el barrio, fue testigo directo de la construcción de la carretera de La Providencia en tres tramos. El primero llevó la carretera hasta la actual capilla. El segundo fue hace quince años, cuando prolongaron la vía hasta el Infanzón, y hace tres años la ampliación de la calzada. Para Rufo estas obras fueron la causa principal del crecimiento de la población en el barrio, así como el parque, la capilla, los comercios… 

Para este veterano residente, uno de los principales atractivos del barrio fue, es y será la capilla de La Providencia, con su virgen, a la cual acude mucha gente a visitar, a ofrecerle promesas… pues desata una gran devoción entre muchos fieles. También nos cuenta cómo el parque de La Providencia era una casería de labradores, luego la adquirió el Estado y se convirtió en un campo de tiro, donde acudían las compañías y batallones de El Cuartel de Simancas, principalmente, a entrenarse. Luego estuvo abandonado hasta que pasó a manos del Ayuntamiento de Gijón, que habilitó este parque. Junto a los juegos infantiles dice que había un túnel donde los soldados guardaban su munición; donde hoy se encuentra el mirador había un cañón. Este parque hoy es visitado por mucha gente por las vistas del mar, por los juegos infantiles….