V Día de la Ardilla
A titulo póstumo.
Trinidad Castaño Fernández nació en Caborana el 4 de diciembre de 1916. Sus padres se trasladaron a Gijón abriendo una carnicería en la Plaza Mayor y ella terminó el bachillerato en el Instituto Jovellanos. En 1937, antes de ir a estudiar la carrera a Madrid, fue a pasar dos meses en casa de unos amigos en Francia y se quedó un año, librándose así de las penurias de la guerra y aprendiendo el idioma que luego enseñaría en las Dominicas de Somió a algunos vecinos. Pero ¿cómo aterrizó aquí? Pues sencillamente porque, Trinidad Castaño y Ángel de las Heras que se habían conocido mientras estudiaban farmacia en Madrid, decidieron establecerse en Asturias, abriendo Trini una oficina de farmacia en Somió en el año 1945 cuando Somió era una aldea de Gijón. Luego se casaron y nacieron bastante seguidos los cuatro primeros hijos: Luisa Mª, Gonzalo, Margarita y Anabel :¡¡¡Niños de Trini !!! como los llamaba José Senén desde el patio de La Pondala para ir a jugar con ellos a la casa de Quinta Granda donde vivían… nueve años más tarde nació Angelín. Trini, ayudada por Ángel, empezó así su vida familiar y profesional, esta última proyectada hacia los vecinos de Somió con los que se integró felizmente y compartió su vida y la de sus hijos durante 43 años. Esos cinco hijos, nos han ayudado a recordar como era Trini en esencia pura, acompañándonos también en este homenaje póstumo a su querida madre. Pero no pueden hablar de su madre sin referirse a su padre ya que juntos modelaron las personas que hoy ellos son. Trini fue una mujer de carácter fuerte, práctica y extrovertida, Ángel su marido, un hombre discreto, amable y reflexivo. Los dos, personas trabajadoras y con un alto sentido del deber familiar y profesional. Encomendaron la formación académica de sus hijos a la escuela pública de Somió con Don Paco y con Doña Mª Luisa Mendieta. (Allí les daban leche en polvo y queso amarillo. Trini siempre comentaba ¡qué irracionalidad, darle leche en polvo a unos niños que tienen vacas en sus casas! Para el queso tenían que llevar el pan.) La formación religiosa se la confiaron a la parroquia de San Julián; fueron al catecismo y a las excursiones, Luisa Mª cantó en el coro, participaron de las funciones de baile y teatro de Santa Laureana, ellas cosieron con las Dominicas y Gonzalo fue monaguillo, recuerdan el cine de Don Bonifacio… guardan un feliz recuerdo de la niñez y juventud entre los vecinos de Somió dejando años después el escenario privilegiado en el que se creó esta familia. Pero la educación se extendía también a responsabilidades familiares encargándose todos los hijos de las tareas domesticas, y en la farmacia atendiendo y llevando medicamentos aquí y allá, como algunos de vosotros recordaréis… (Nos conocíamos Somió “al dedillo”…) lo dicen a la vez que evocan los nombres de muchas personas por sus motes. El hijo más pequeño de Trini, tiene claros recuerdos de su madre, y las personas que la conocisteis vais a poder imaginar claramente las escenas que describe Angelín: “El recuerdo de mis primeros años es el de seguir a mamá en el camino de casa a la farmacia en un camina-corre camina-corre que me fastidiaba bastante. Una vez en la farmacia lectura en francés de El Principito y deberes. Más adelante distribución de medicamentos, como todos los demás hermanos, pero con medios más modernos (bicicleta con cambios y Derbi 49). Importante las propinas que me daban los vecinos para mis compras en el quiosco de “Vitorina”. Como anécdota os contaré que, ya en mi juventud, mamá iba a la playa al mediodía y me encargaba abrir la farmacia a las 4. Yo iba a las 3.30 a jugar “la partidina” de dominó a Casa Alvarín. A las 5 veía a mamá bajar la cuesta de la huerta de Pipi a velocidad de “Trinienfadada”. Mis compañeros de juego decían: “Angelín, ahí vién tu madre….”. el resto os lo imagináis”.
Trini fue una persona “pedagógica”: desde la farmacia aconsejaba e informaba de temas relacionados con la salud (se adelantó al slogan “Consulte a su farmacéutica” ) y su farmacia fue desde luego un tanto peculiar, algo así como el círculo social de Somió, donde algunos vecinos acudían a echar la parrafada, recibir consejos o simplemente el acompañar a Trini que era toda sabiduría. En la farmacia no había vacaciones eso era impensable, tampoco horarios fijos estando siempre que se la precisase. Además de medicamentos también vendía cremas de belleza y muchas más cosas pero lo verdaderamente famoso fueron los “polvos” de ácido salicílico para el envasado del famoso tomate “marmande” de Somió que Trini preparaba en “papelinos” a razón de un gramo por kilo de tomate. Son realidades acontecidas a lo largo del medio siglo que nuestra protagonista y entrañable farmacéutica estuvo detrás del mostrador al servicio del vecindario, en uno de los lugares más frecuentados del Somió rural: Villamanín. Desde la Asociación de Vecinos “San Julián” hemos hecho realidad el sentir de los convecinos que conocieron a “Trini la farmaceutica” y la han propuesto candidata al premio “Ardilla” en su quinta edición, compensando de algún modo su trabajo profesional, silencioso y altruista, a la vez que también premian sus valores humanos. Ella fue prudente en la vida como lo son nuestras ardillitas, presentes hoy en nuestros caminos y carbayeras y símbolo de buena vecindad como el presente acto.
29 de junio de 2012