El Pilu

Autora: Asunción Rivero Cuesta

Ángel Máximo Blas Loché Cifuentes, el Pilu, nació el 2 de febrero de 1932 según indica su partida de nacimiento, pero él siempre lo puso en duda, pues le decían que le pusieron el nombre de Blas por haber nacido el día de dicho santo, o sea el 3 de febrero. Es el tercero de cuatro hermanos y el único varón; Luisa, Carmela, Pilu y Amparo.

Sus padres, Ángel loche y Luisa Cifuentes, vivían en la casería donde se fundó el merendero. Trabajaban la agricultura, ganadería y mayaban manzana en el llagar para vender la sidra por los bares de la zona.

Los años fueron pasando y Pilu empezó a ayudar en el restaurante Las Delicias como camarero y allí conoció a Aurora Plaza Fernández, joven apuesta, trabajadora y emprendedora que ayudaba a sus padres, Tomás Plaza y Aurelia Fernández, que regentaban el negocio de hostelería.

Se casaron el 9 de octubre de 1958 en la Iglesia San Julián de Somió y lo celebraron en el restaurante el Cañaveral. El joven matrimonio fue a vivir a casa Loché, a la casa que años más tarde le darían un gran cambio.

Pilu fue un gran colaborador, ayudante y promotor del futbol base, uno de los organizadores y veterano del “Somió CF”, formando parte de la directiva.

Su hospitalidad y cariño por los suyos, hizo que su hogar se convirtiera en la casa de todos, las puertas estaban siempre abiertas, de hecho, TODOS los sobrinos nacieron en ella. La primera de la familia que nació en el hospital fue su hija primogénita María Jesús.

Cuando su segunda hija, María Aurora, tenía 3 meses regentaron el bar Casa Jamino (cerca de Villamanin). Allí trabajaron mucho no, muchísimo. Durante 10 meses el trabajo fue intenso, el agotamiento se iba notando y haciendo mella.

Por esa época, el mayordomo de conde de Revillagigedo les propuso la venta de la casería y siendo propietarios establecer un bar, pues no veía futuro con dos hijas continuar trabajando la casería. Pilu lo pensó   pues era bastante dinero, pero se animaron a comprarlo. Siempre dijo “Ahí empezó mi dolor de estómago”, el que le acompañaría siempre.

Empezaron los primeros pasos para instalar el negocio de hostelería, compraron mobiliario a el restaurante el Náutico, que lo iban a demoler y el 5 de mayo de 1975 comenzaron andadura vendiendo sidra, cerveza y refrescos en la puerta del llagar con una pequeña barra. Luego la ubicaron en el portal de la casa, manteniendo la cuadra y la vivienda. Poco a poco realizaron reformas para ampliar el negocio, convirtieron la cuadra en el comedor grande, construyeron la casa nueva.

Trabajaron mucho, descorcharon muchas chapas y corchos para pagar al conde todo el montante de la compra en dos años sin plazos ni intereses.

La primera carta de comidas del 14 de julio de 1976 eran entremeses, sopa de gallina, fabada asturiana, paella, tortilla, merluza a la romana, chuleta de ternera y de cerdo y de postre: queso, fruta y arroz con leche. Pilu detrás de la barra sirviendo comandas y Aurora,” la tata”, como muchos la conocíamos, cocinaba.

Con el paso de los años enfocaron el negocio como merendero y de la cocina salían tortillas de patata, chorizos a la sidra, croquetas, arroz con leche (elaborado `por Pilu).

Así con trabajo, esfuerzo, tesón, y buen hacer lograron que el merendero El Pilu fuera un imprescindible o “mítico” de Gijón, lugar de reunión entre amigos para luego ir al Jardín, Oasis, Tik o donde tocara.

Pilu sabia ponerse serio cuando era necesario, regentó el negocio con mano firme y cuando fruncía el ceño, algo no iba bien, pero hablar con él era del agrado de todos, tenía una sorna…

Los años pasaron, se jubilaron y llego el relevo generacional pues las hijas ya trabajaban con ellos. María Jesús en la barra, María Aurora en la cocina y ellos muchas veces sentados en el banco del bar para no perder el contacto con los clientes y amigos.

En 2019 falleció Aurora y ya estaban gestando el proyecto de parcelación y venta de la heredad, pues el proyecto de hostelería fue concebido desde un principio como una empresa para subsistir, una forma de ganarse la vida, pero sin obligar a nadie la continuidad, cumplida esa misión, empezaron a realizar los trámites para el cambio.

El 27 de septiembre de 2021 marcaba el fin de la temporada de verano, pero sabían que era el cierre definitivo y el 12 de noviembre lo hicieron público.

La hospitalidad era y es la marca de la casa, por ello durante unos cuantos años allí se celebraron las reuniones y asambleas de la AVV San Julián de Somió, así como la esfoyaza y amagüestu.

En la memoria de muchos hay recuerdos, anécdotas, vivencias…mientras hay recuerdos hay vida,46 años dan para mucho.

Como gratitud a su buen hacer, a su forma de ser, a su colaboración y apoyo incondicional al futbol base, los veteranos del Somió CF rindieron tributo a El Pilu con una emotiva reunión, unas entrañables palabras y una placa que ya luce en la fachada de la casa familiar, visible desde la carretera.

El 10 de enero de 2022, con 89 años, Pilu se fue…tranquilo, sosegado y en paz.

Entonces los veteranos comenzaron a movilizarse y organizarse para realizar un homenaje a uno de los fundadores y directivos del club de futbol de Somió.

La fecha acordada fue el 12 de marzo de 2022, en la parcela que acogió el merendero y en presencia de sus hijas, familiares, amigos, allegados, parroquianos…todos conocidos y reunidos para rendirle tributo a un hombre íntegro, bueno, colaborador y siempre dispuesto y atento con los vecinos y el que le necesitara.

El impulsor del evento Kike González y el que propuso la idea Daniel Rodríguez, con la ayuda económica del resto de los veteranos y el apoyo logístico de la asociación vecinal San Julián y en apenas cinco semanas lograron realizarlo.

La voz que puso de manifiesto los sentimientos y acontecimientos que llevaron a realizar este homenaje fue Kike, con una voz clara y fuerte, su humor y gracia, subido en la base de una sombrilla a modo de pulpito, convoco a los asistentes recomendando ponerse en semicírculo para que todos pudiéramos escucharle.

Sus primeras palabras fueron “Si Pilu estuviese aquí diría: Menudo entradón tenemos”, pues lo mismo estaba en la taquilla, que pintando el campu, haciendo arreglos…hacían de todo…pasando a definirlo como “un paisano de los de verdad, que siempre estaba ahí, con esas palabras todos sabemos lo que quería decir.

Así fue desgranando y contando varias anécdotas de aquellos años.

Él siempre estaba tirando de los chavales con un apoyo incondicional en todo momento. Tal que al finalizar los partidos si ganaban iban al merendero a comer tortillas para celebrarlo y si perdían decía… venga que acabo de llamar a Aurora para que haga unes tortilles y así os animáis.

Llegaban allí unos dieciocho chavales de unos veinte años, hambrientos que no la comían a ella de milagro…aquelles tortilles sabían a gloria.

Al recordarla los allí presentes irrumpieron en un sonoro aplauso «a la autora de les mejores tortilles de Gijón»

Pilu hizo amigos por todas partes, por eso cuando montaron el bar, él sufrió mucho pues estaba más atado al negocio y ya no podía seguir a “los jugadorinos” así los llamaba.

Si hubiera presenciado este homenaje se hubiera sorprendido y emocionado e intentaría protestar pues la discreción y sencillez eran su máxima.

En el evento estuvo José Ramón Tuero, concejal de deportes y zona rural que agradeció la invitación y reconoce que todo deporte base sale adelante con la ayuda de gente como el homenajeado, personas entregadas al deporte que incluso pierden dinero para que el equipo pueda seguir funcionando; y Soledad Lafuente, presidenta de la AVV que agradeció la rápida disposición de los vecinos para sacar adelante la cita,” Creo que actos como éste es algo muy vecinal, es genial vernos tan unidos”.

Desde el día del homenaje una placa del Somió CF luce en la casona familiar y recordara para siempre a su querido fundador.

Para finalizar el evento, sus hijas ofrecieron un ágape a los allí congregados, continuando con la tradición de sus padres…unes tortilles para celebrar ese entradón, para completar una mañana llena de emociones, anécdotas.

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