La iglesia de Somió estrena suelos radiantes, iluminación y puesta a punto de retablos e imaginería a tiempo para las comuniones.
Blanca, luminosa y rejuvenecida. Así luce ahora la parroquia de San Julián de Somió tras una intensa restauración que comenzó el 9 de enero. La necesidad por querer disponer de ella para la temporada de comuniones hizo que se pusiera como límite el 1 de junio y, contra todo pronóstico, la iglesia pudo abrir sus puertas ayer para mostrar su aspecto final a algunos feligreses y miembros del Consejo Parroquial.
Para el párroco, Luis Muiña, no se habría conseguido llegar a tiempo sin el «elemental trabajo» de Taresco, empresa constructora del proyecto, así que no pudo nada más que sentirse «encantado» por el resultado de «unas obras tan necesarias porque la iglesia estaba muy deteriorada». Respecto a esto, Diego Cabezudo, arquitecto del proyecto de restauración, explicó que la última vez que se había hecho un trabajo tan intenso en la parroquia fue en 1940, así que la necesidad era acuciante. «Se estaba destruyendo el patrimonio de la iglesia», anotó.
De ahí los trabajos tan profundos para mejorarla, pero intentando mantener el diseño original, por lo que se fue «muy respetuoso con cada elemento», según reseñó Javier Fernández de la Vega, historiador de arte y miembro del Consejo Parroquial.
El suelo de madera, totalmente apolillado, había empezado a afectar a imágenes y retablos religiosos -restauradas posteriormente-, por lo que fue uno de los elementos principales de los trabajos, sustituido por un suelo radiante el cual, según destacó Manuel Nevares, de la empresa de instalaciones del mismo nombre, «supondrá un ahorro en la factura de la calefacción».
Lo mismo ocurría con el necesario cambio en la iluminación, dado que la iglesia mantenía una instalación de 60 años que no cumplía la normativa. Con las obras, el gasto en luz «ha bajado un 75% así que será un ahorro grande», destacó Pedro López, de Goyastur.
«Ahora solo queda disfrutarla»
Las loadas novedades eran evidentes para el público invitado, aunque el alivio por haber asegurado la iglesia también primaba. «Corríamos el peligro de que se incendiase. La instalación eléctrica era muy vieja. Ha quedado muy bonito y seguro», destacó Leopoldo Bertrand, secretario del Consejo Parroquial. Lo mismo pensó Soledad Lafuente, presidenta vecinal, quien declaró que «el vecindario tiene que estar muy contento con estas obras. Ahora solo queda disfrutarla».