Carmina Alonso Villaverde, una somionense excepcional

Autora: Virginia Álvarez-Buylla Bustillo

Porfolio Fiestas de El Carmen 2017

Carmen merece un capítulo de excepción en nuestro portfolio de la Asociación de Vecinos de Somio, porque aparte de vivir aquí, lugar que le encanta y en donde dice, viviría, aunque fuera en una choza, es una mujer que honra a este barrio nuestro.

Carmina ha sido número uno en todos los deportes en que ha participado, poseedora de una voz excelente, formó parte de la Coral Polifónica Gijonesa Anselmo Solar, una trabajadora nata, que empezó a trabajar a los 15 años de administrativo, y siguió de encargada de una librería de su propiedad que sigue siendo llevada por su hijo pequeño Santiago.

Me he reunido con ella en el Club de Tenis de Gijón, al que ella ama por su vinculación al tennis de toda la vida. Hemos mantenido una charla larga y distendida sobre su vida y es tan entretenida y tan llena de acontecimientos que hubiera seguido hablando con ella durante horas. Esto es lo que me contó.

– ¿Dónde naciste y cómo fue tu infancia? ¿Fue tranquila? O como ahora casi todo el mundo cuenta plagada de tragedias.

– Fue muy normal, nací en Gijón hace unos cuantos años y tuve suerte porque, a pesar de haber vivido los tiempos de la guerra y de la postguerra, mi familia estaba unida y sólo pasamos los problemas propios de la época, la escasez de alimentos, sobre todo. Pero eso lo resolvió mi padre a quién le cedieron unos terrenos en Somio para que los cultivara y así teníamos patatas, maíz, verduras… y eso fue una suerte también para mí porque yo era la encargada de ir a por todo ello varias veces al día con mi bicicleta.

– Y ¿no era agotador?

– No, porque yo era muy fuerte y así me fortalecí más y acabé siendo una campeona ciclista.

– ¿Cómo fue eso?

– Me presenté a una carrera y quedé en el segundo puesto, aunque no pudieron darme el trofeo porque era para mayores de 21 años.

– ¿Practicabas más deportes?

– Hacía lo que podía, nadaba o jugaba a la pelota.

– Te casaste joven, ¿dejaste de trabajar?

– No, nunca lo dejé, tuve cuatro hijos, tres hijas y un hijo. Ahora tengo cinco nietos y una biznieta. Seguí trabajando, pero no sólo eso, sino que descubrí el tennis, mi deporte favorito. Yo en el tennis fui autodidacta, aprendí yo sola, jugando con una raqueta, comprada en Simago por 25 pesetas. En 1969 me hice socia del Grupo Covadonga y enseguida empecé a ganar torneos.

– ¿Podría nombrarme alguno?

– La verdad que fueron tantos que no es por presumir pero es imposible resumirlos, por ejemplo, medalla de oro individual y bronce en dobles en 1971 en la Olimpiada del Grupo Covadonga, en 1974 Subcampeona de Asturias, subcampeona en los campeonatos sociales del Club de Tenis de Gijón varias veces, muchas más medallas de oro y plata en campeonatos en Avilés y Gijón. Para mí el tenis es de los deportes más completos. En la Primera Fiesta del Deporte fue un honor para mí ser una de los 46 deportistas galardonados.

– Ahora cuéntame tus comienzos como cantante en la Coral Polifónica Anselmo Solar.

– Cierto que allí te conocí cuando fuiste Presidenta de la Coral. Siempre me encantó la música, empecé a cantar en la Iglesia y formamos dos ochotes, uno de mujeres y otro de hombres, luego comenzamos a cantar juntos y eso fue el comienzo de la Polifónica. También toco el saxofón y la guitarra.

Carmina es un personaje en Somio, todos estamos acostumbrados a verla pasar con su casco en su moto.

-Y la ¿moto?

-Cuando la descubrí fui feliz, porque puedes hacer muchas más cosas en menos tiempo. Gracias a ella, me llamaron a un  programa de Ana Rosa Quintana en televisión que se llamaba “Mujeres en la carretera”, fue muy interesante.

-¿Cómo te sientes en estos momentos?

-Muy bien. Yo soy una mujer positiva que sé que soy una privilegiada. Tengo una familia estupenda. Ahora sólo puedo nadar pero lo hago todo lo que puedo y he sustituido lo demás por el parchís al que juego en el tennis con un grupo de amigas. Todo me gusta, todo me interesa. Vivo en Somio, el lugar más maravilloso del mundo que pertenece a Gijón, la mejor ciudad para vivir. ¿Qué más puedo pedir?