Recuerda que suma 25 parroquias y 50.000 habitantes, entre los cuales hay profesores, médicos y abogados con problemas para trabajar
Fuente: El Comercio
15 de Octubre de 2020
Los vecinos de la zona rural se sienten cada vez más olvidados. «No somos la calle Corrida, pero pagamos impuestos y parece que no interesamos nada más que para ver un entorno guapo solo en el verano, para ir a comer la tortillina». El presidente de la asociación ‘Les Caseríes’, Manuel González Posada, se lamenta de la «despreocupación» de las autoridades hacia un ámbito donde viven unas 50.000 personas y que aglutina a 25 parroquias.
Las deficiencias en internet son una de sus mayores batallas desde hace años. La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar este aspecto. «Ahora se ha visto la carencia con más claridad. Nosotros lo llevamos pidiendo desde hace años, siempre es lo mismo, no se hace nada». González señala que «en todas las parroquias funcionamos a rabil.
En Roces hay profesores que dan clases en colegios y con el confinamiento se han visto obligados a pedir otra línea de teléfono para poder impartir sus clases como es debido, y aún así no les llegaba». No se trata de ocio, matiza, sino de necesidad. «Profesores, médicos, abogados, ¿cómo pueden trabajar en estas condiciones? Parece que estamos en la edad de piedra. Nos falta saneamiento, transporte y limpieza de caminos. Estamos olvidados y lo saben todos los gobiernos. Que no han hecho nada», se lamenta.
La seguridad y las carreras
El asfaltado y el cuidado de los caminos es el colmo del descuido, a su juicio. «Queremos recuperar la figura del peón caminero para que se puedan encargar de limpiar caminos y cunetas. Las parroquias son grandes y solo se limpian los caminos que llaman principales. Los aldeanos de antes cogían ellos mismos la guadaña y lo hacían, pero ahora somos más urbanitas. Encima, llega el gobierno de turno y expropia un terreno por interés general». González Posada denuncia el sentir vecinal: «Hay caminos bien hechos pero no se asfaltan otros menores y no hay un mantenimiento decente. Los matorrales nadie los cuida».
«No somos la calle Corrida pero pagamos impuestos y no interesamos más que para ver un entorno guapo y comer la tortillina»
En cuanto a la seguridad, «se registran problemas por todos los lados y hay delimitaciones de la Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil. Cuando hay algún problema intentas que suba la patrulla y nunca es competencia de nadie». Recuerda que sufren «carreras infernales de coches trucados, que hacen un ruido ensordecedor, y llegas a tener miedo». Otra de sus carencias es el transporte. «Aquí ya no hay ni carros de bueyes», asegura. «Hay concesiones de la CTA a alguna parada, pero los horarios no corresponden para poder acudir a hacer unos análisis a Cabueñes o a Jove. También hay problemas con los chavales que estudian que no pueden ir en el horario escolar».
Los puntos limpios y las carencias en la recogida de basura «han dado lugar a vertederos ilegales», porque «no hay control de ningún tipo».