Autor: Pablo González Prado
Era un día diáfano de un otoño ya muy avanzado. Yo había pasado casi toda la semana en Madrid por motivos de trabajo. Como siempre me ocurre, los últimos días, sin darme cuenta seguramente, a la vuelta de alguna esquina, o al cambio de alguna rasante, esperaba el aroma del “ocle” y la sedante melodía del romper de las olas que ya creía oír… pero mi instinto veíase burlado por una autopista y su ruido de fondo.
Total, que regresé a Gijón con gana de ver y oír, y también aspirar, ese aroma que ya se aprecia al debolar La Madera.
Los jóvenes de casa decían que yo tenía “mono de mar”. No sé qué tienen que ver los monos con mi apetencia, nunca he llegado a comprender yo esa expresión. Pero, para quitármela, decidí subir hasta la ermita de la Providencia, y desde allí ver ese hermoso trozo de mar donde tantas veces he gozado en tantas “pescatas” dando “sobeu*” desde La Cagonera o Estaño.
Así que subía andando por la Cuesta de la Marica cuando me alcanzó mi amigo y maestro en la montaña Julio Gavito, que tenía –siempre lo tuvo- más andar que yo. Me preguntó si estaba entrenándome para la próxima salida, y al decirle que no (yo nunca me he entrenado), que sólo quería ver el mar, él me dijo, muy serio, que subía a ver montañas.
Quedé un poco intrigado, pues, aunque yo había estado cientos de veces en lo alto de Somió y había visto montañas lejanas, nunca me había fijado en ellas, atento sólo a las lejanías de la mar.
Llegados al Alto, comenzó, con su voz cavernosa y tranquila: “Aquella sierra nevada que ves tan cerca es el Áramo, que desde la Cordillera llega, en dirección Sur- Norte, casi hasta Oviedo. Las cumbres nevadas que ves a la derecha son Peñamanteca y Courío, y, más lejanos, ya en lo último, la Cordillera por Somiedo. Ese más oscuro, sin nieve, que se ve delante es el Monsacro, en la zona de Riosa.”
“Siguiendo la vista para el Este hay unas montañas muy nevadas: son el macizo de Ubiña, en el que destacan, por su blancura, el Fariñentu y la pirámide de Peña Rueda. Después de un trozo de Cordillera, muy nevado, pero más bien liso se aprecia la depresión de Pajares, y, más a la izquierda, el Cellón y el Tres Concejos, que ya están entre Pajares y Piedrafita”.
“Hay luego una cumbre muy erguida: es el Torres, “mi” Torrres, ya en San Isidro. Algo delante de él hay una montaña muy agreste y con poca nieve: es Peña Mea, que está en tierras de Laviana”.
“Si continuamos con la vista hacia la izquierda, puede verse una montaña con dos cumbres iguales, sin nieve: es el Sueve, entre Arriondas y l mar. Por detrás de él, ya en la última lejanía un escarpado y brillante grupo de erguidas cumbres: son el Central de los Picos de Europa, y, algo para la derecha, también brillan Peña Santa y su entorno”.
Larga y amenamente continuó mi amigo su sentida y sabia charla, y yo, mientras le escuchaba con atenta devoción, que hay mucho que aprender de los veteranos, pensaba cuánto ignoraba de las maravillas que nos rodean, y qué bien nos viene una sincera orientación al respecto.
Aún nos dio tiempo a tomar una botella de sidra-que no todo es mirar lejanías-y, después, de ver largo, mucho, la mar, con lo que, por fin, me quité “el mono”.
Bajamos a Somió por la Cuesta del Perru. Mientras lo hacíamos, departíamos sobre lo conveniente que sería –tome nota quien le corresponda- poner en el Alto una sencilla mesa redonda, de piedra o de hierro, sobre la que, debidamente alineadas, figuraran las montañas que desde allí vemos, su altura y su nombre. Lo merece, el mirador. Haylos en otros lugares de menos horizontes. Con ello se contribuiría a que muchos paisanos, además de la alineación el Sporting o del Real Madrid, supieran también la de esos gigantes de la Cordillera que nos unen, y al mismo tiempo separan, del resto de España, dándonos, al hacerlo, nuestro carácter, que por algo se nos llamó de antiguo Satures Transmontamos.
*En la jerga de los pescadores de Somió, “dar sobeu” era remar.
Pablo González Prado falleció en Somió el día 18-02-04.
Su familia, a título póstumo, nos confían los últimos pensamientos, escritos dos días antes del fallecimiento, recogidos de su propio ordenador.
.- “Las cumbres: Dominando el mundo, donde unos hombres se crecen reyes tan sólo porque no han admirado, desde una cima, la soberana grandeza de Dios….” “Y para ellas, las cumbres, está reservado el postrero beso del sol y el postrero parpadeo del último lucero….” “Allí donde las montañas son lo bastante altas como para elevar la mirada, y lo bastante humanas como para no limitar el horizonte….” “Y, rozando la cumbre, un águila nadaba blandamente en el azul, suavemente, sin perceptibles vaguedades, con una larga complacencia, casi humana, y consciente del íntimo placer de sentirse dominando, la luz iba menguando….” “El cielo derrama por igual a las cumbres y a los valles, a las bestias aplacibles y a los hombres que hacia Él levantaban la oración muda de su mirada en una serenidad infinita y silenciosa.”
.-“Porque me regocijaste, Señor, con tu obra, me gloriaré, Señor, con las obras de tus manos.”
.- Todo lo que ocurre una vez, puede que no ocurra nunca más. Pero lo que ocurre dos veces, ocurrirá ciertamente una tercera.”
.-“El ruido no hace bien, el bien no hace ruido.”
Porfolio Fiestas de El Carmen de Somió 2004