Autor: Luis Rojo Medina
Porfolio Fiestas de El Carmen de Somió 2011
A o largo de este año se celebran las cincuenta primaveras de la apertura del Club de Tenis de Gijón. Se trata de un momento único que reafirma un sueño convertido en realidad a principios de los sesenta cuando unos emprendedores deciden no prescindir de su deporte favorito, el Tenis. Propiciado entonces por el cierre de las instalaciones del Grupo de Cultura Covadonga, que cambiaba la tierra batida de sus pistas por el cloro de las piscinas.
Fue entonces cuando nació el Tenis. Pero lo hizo con una vocación de “sustitución”, de llenar el hueco que había quedado vacío con la clausura de las instalaciones tenísticas del Grupo, plantando la semilla de lo que hoy es una referencia en los deportes de raqueta de nuestra ciudad.
En 1963 se inauguran las instalaciones, con dos canchas de tierra batida, piscina y local social. No será hasta 1969 cuando se abra la cuarta pista de tenis y el jardín de infancia. Más tarde, ya entrados los setenta, verá la luz una quinta pista, esta vez de superficie dura.
La década de los ochenta no frenará la expansión del Club y en 1981 se inauguran dos nuevas canchas para la Escuela de Tenis.
El final de siglo vendrá marcado por una de las obras más ambiciosas, cuando en 1992 se amplía el local social, se levanta un gimnasio y se restauran los viejos vestuarios. No será hasta 1998 cuando en Pádel irrumpa con fuerza, inaugurándose dos canchas abiertas en ese ejerció. Pocos años más tarde, en 2003 y como comienzo de un nuevo ciclo, se cubrieron las canchas de esta nueva modalidad.
La esencia del Club reside en la heterogeneidad. Lejos de vulgares estereotipos, dentro de los muros de la entidad deportiva encontramos casi de todo. Tensitas de lujo, reciclados al pádel, jugadores de cartas, aficionados al sol, culturistas, tertulianos, bañistas, despistados…. Todos ellos forman esa dispar fauna que son los socios del tenis.
Una rara vais que planea sobre sus canchas, que aterriza en su cafetería y que siempre vuelve al nido, porque ese nido, para muchos ha sido, es y será siempre su casa.
Hoy, tenemos el deber de celebrar la madurez de la entidad. Será un año que dejará huella en el TENIS; y no solo por su nuevo emblema, la escultura de F. Fresno, que simbolizando un saque es ya una apreciada obra que mezcla deporte y arte y conjuga a la perfección la paridad de estas dos disciplinas tan dispares, sino también por la multitud de actos con los que se celebrará el medio siglo del Club. Y que no son otros que la 48º edición del torneo Dionisio Nespral, la cena verbena del 3 de septiembre, el Torneo del Ayuntamiento, la verbena de Begoña, etc…
Pero el Tenis no es solo un Club más de una ciudad. Representa una entidad perfectamente integrada dentro de la parroquia del principal barrio residencial de Gijón. Un ente que camina de la mano del pulmón verde por excelencia de Asturias.
Nadie puede imaginarse Somió prescindiendo de la carbayera de La Pipa, sin la circularidad de Villamanín, sin la tranquilidad de sus caleyas, sin sus manías, sin sus desdichas, sin su Carmen, sin su Asociación, sin sus fuentes, sin sus ardillas, sin su caos, sin sus tardes de verano, sin sus vermús, sin sus chigres, y por supuesto sin su Tenis. No hay Somió sin Tenis, ni Tenis sin Somió.