Recordando la figura de Baldomero García Medina

Autora: Gracia Suárez Botas

Porfolio Fiestas de El Carmen 2016

Si hay algo que caracteriza la fisonomía de la parroquia de Somió, dotándola de singular belleza, es la perfecta sintonía que existe entre su paisaje rural, con sus huertas, pomaradas, hórreos y tradicionales caserías, con otras áreas claramente residenciales, asociadas a una gran variedad de tipologías tanto en la edificación como en la jardinería.

Por eso la festividad de la Virgen del Carmen en esta parroquia va a servir en esta ocasión de excusa para adentrarnos en el pasado, no muy lejano, de este mundo campesino que nos resulta a todos los vecinos tan próximo y tan familiar, y recordar aquí la figura de uno de sus protagonistas, Baldomero García Medina (1894-1971), más conocido por “Mero”, un buen ejemplo de aldeano ilustrado, por la importante biblioteca de temas agrarios que atesoraba en su casería y por el importante papel que jugó en la mejora del mundo agropecuario de su ciudad, además de llegar a convertirse, a partir de los años 50 y coincidiendo con el auge  de la huerta gijonesa, en uno de los mayores productores del famoso tomate de Somió (junto con Manuel Tuya y Elías García) por lo que se le conocerá como «el rey del tomate».

Fue a la escuela poco tiempo. Su hijo, Ricardo García Azcano, nos cuenta que iba por las noches, y los que le conocieron destacan de él su gran preparación, totalmente autodidacta, fruto de su avidez lectora. Estuvo vinculado al sindicalismo campesino a lo largo de toda su vida, llegando a ser presidente de la Asociación de Agricultores de Gijón durante los años 1936 y 1937 y tesorero de su heredera, la Cooperativa de Agricultores, durante toda la década de los sesenta. De ideología republicana, tras la Guerra Civil pasará dos años en la cárcel del Coto, tras los cuales se mantendrá unos años sin actividad pública. Será en 1955 cuando volverá a la vida cooperativa, coincidiendo con los años en que ésta se encontraba en crisis, siendo su labor imprescindible para su refundación en la década de los 60, junto con Ángel Pedraza y José María Medina, colaborando en avalar ante los bancos la situación financiera de la cooperativa. Es en estos años cuando impulsará la creación de la Caja Rural de Gijón, de la que será uno de sus fundadores, directivo y tesorero, así como de la Cooperativa de aguas, presidiendo también la Cooperativa de viviendas que se levanta en el solar que ocupaba la Cooperativa de agricultores en el Paseo de la Infancia. Por todo ello, a finales de los años 60 el Ministerio de Agricultura le concederá la Orden del Mérito Agrícola.

Un ejemplo de trayectoria ejemplar, reflejo de unos tiempos donde la honradez, la inteligencia y el trabajo eran las bases del progreso personal y colectivo; tiempos donde la convivencia en paz, después de una guerra civil, había obligado a mirar hacia delante.