Vuelta ciclista a Somió 1966

Autor: Ruma Barbero

Porfolio Fiestas de El Carmen 2011

Hola vecinos, me llamo Romualdo Barbero García, aunque todos me conocen por “Ruma”.

Pues sí, apreciados convecinos, hace 45 años en Somió hubo una vuelta ciclista por etapas.

En el porfolio del año pasado hice referencia en mi escrito al querido “Campu de la iglesia”. Lo definía como el “Polideportivo” y otras veces “Parque temático” de nuestros juegos de niños y cuando ya fuimos jóvenes, 16- 18- años, lugar de reunión al regreso de nuestros estudios o trabajos en Gijón.

En estas tardes de verano, sentados en los escalones del crucero, tratábamos de las cosas típicas de jovenzuelos de la época, chicas, cine, deportes, etc. En deportes el futbol prevalecía sobre los demás, pero en Julio el tema principal se trasladaba al ciclismo. El “Tour de Francia” ocupaba la mayor parte de nuestras discusiones. Nuestro Federico, ganador en el 1959, daba sus últimas pedaladas y un vacío de figura española, nos distraía con elucubraciones de quien sería su sucesor. Más tarde llegaría Luís Ocaña y colmaría nuestras ilusiones.

Prácticamente todos teníamos bicicleta y con ellas salíamos de excursión. Candás, Luanco, Oviedo eran nuestros recorridos más o menos habituales. Aunque la que se llevaba la palma era “la Villa”. ¿Vamos hasta la Villa, compañeru?  Así conocíamos a Villaviciosa en nuestro argot. Nos gustaba ir a la “Villa”, por ser una ruta bonita con buenas subidas y estupendas bajadas y además muy cercana.

Nuestras bicicletas eran verdaderos argadiellos de hierro, montadas con restos y componentes de viejas bicis. Algunas tenían cambio de velocidades, la mayoría era un cuadro con ruedas y manillar. Pero la que era el culmen de lo contradeportivo, por su peso, aerodinámica y resistencia a rodar, era la que usaba Juan Díaz Zarracina “Rizos”.  La bici de Juanín, famoso por ser durante muchos años el utillero de Sporting, era una B.H con frenos de varilla, manillar de paseo, ruedas gordísimas y un portabultos enorme, donde transportaba y repartía los periódicos del kiosco de Luz (al lado de la plaza de toros), para quien trabajaba en aquella época.

Nuestro mecánico de cabecera y artífice de que nuestras máquinas rodasen, era “Luís el de Joselín”. Tenía el taller de bicicletas en el camino del cementerio y era un gran conversador. Con el pasábamos algunos buenos ratos de discusiones y escuchando las etapas radiadas del “Tour de Francia” en un enorme aparato de radio, con forma de iglesia de estilo gótico. Tenía una increíble habilidad para pintar los cuadros de las bicis. A falta de compresor, utilizaba para ello, un antiguo aparato que se usaba para pulverizar insecticida, consistente en un cilindro hueco por el que se movía un émbolo con un mango. Un depósito al final del mismo donde se introducía el líquido a pulverizar

Luís, este depósito lo rellenaba con la pintura muy diluida y a pintar. En aquella época, las soldaduras de los cuadros de las bicis, se remataban con un fino fileteado de otro color llamativo y este adorno, nuestro hábil mecánico lo resolvía con una pluma de gallina mojada en la pintura a modo de pincel. Era un fenómeno.

Y así de charla en charla, en una de esas largas tardes del verano, se nos ocurre preparar una vuelta ciclista por etapas en Somió.  Se reúnen cuatro amigos en sesión y crean la “Organización Ciclista MEBACARPI “acrónimo de sus nombres, Meli, Barbero, Cardeli y Piñera.  Preparan cinco etapas por los alrededores y se dedican a solicitar algún dinero por los bares y tiendas de la parroquia. No sé cómo vendieron el “producto”, pero lograron reunir 501 pts. para premios, lo que no está nada mal para la época en que estamos. Colaboraciones de los comercios del momento, La Tienda de Vida, Casa Jorge, Farmacia Castaño, Casa Jamino, La Tienda de Oliva, etc. También Luis el mecánico participa en la derrama.

“Comienza la Vuelta Ciclista a Somió 1966. Toman la salida 10 corredores distribuidos en tres equipos. Por MANTOVA (Suarez, Barbero, Rubiera, Amandi). Por FAGOR (Kike Caicoya, Morillón y Suarez). Por el Kas (Julián, Eusebio y Manuel Villalvilla) …….”

De esta manera comienza el boletín oficial de la carrera, escrito por Javier Cardeli al término de la misma. Javier era el organizador/líder de todo lo que se nos ocurriera. Carreras de chapas en los cabildos, partidos de futbol Somió contra La Guía, carreras de canicas en la carballera de la Pipa. Para esto fabricó un circuito tipo bogsleigh por donde empujábamos nuestras bolas.    

Javier en este caso encabezaba la organización de la “Vuelta” con sus otros tres colegas. Pero además siempre tenía tiempo para escribir el “boletín oficial”.

Como podéis sospechar, lo que tratábamos era de divertirnos, sin pretensiones de que nuestra “Vuelta” pasase algún día a los anales de la historia de Somió. Pero mira por donde, cuando la presidenta Soledad me pide que escriba algo para el porfolio, me llega el recuerdo de aquel divertimento y me digo valdrá la pena hacerle un escrito.

La “Vuelta” como tal, constaba de cuatro etapas en línea y una contra el reloj. Se aprovechaban para la confección de las mismas, las subidas de los Infanzónes (nuevo y viejo), subida a la Providencia, subida al alto de la Corolla por el camino de las Encinas, subida por el camino del Túnel. Y para la etapa contra el reloj preferiblemente llana, bajábamos por la Guía y subíamos por la carretera del Piles-Infanzón. La meta siempre se situaba delante del Campu la Iglesia. Allí nos esperaban impertérritos los organizadores pues no siempre dábamos de si nuestro potencial y las etapas se tornaban interminables. La cháchara y el cachondeo durante las etapas era bastante habitual. Recuerdo que, durante el transcurso de una, saltamos a una finca y nos hinchamos de cerezas. Llegamos a la meta al borde de la descalificación general.

Y aquí dejo esta pequeña historia para los vecinos de Somió. Que sirva para que cuando alguien hable del “Tour”, el “Giro” o la “Vuelta”, puedan presumir que en Somió también tuvimos nuestra “Vuelta ciclista”